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Reflexión sobre la autoestima en tiempos modernos

Mucho se habla de la autoestima en la actualidad, pero rara vez nos detenemos a considerar qué es realmente el «estima» y cómo podemos aprender a querernos a nosotros mismos. La autoestima no surge de la nada, es el resultado de un proceso interno que se ve influenciado por diversos factores, incluidos los criterios estéticos dominantes en nuestra cultura. A menudo, estos estándares son absurdos y exagerados, alejándonos de lo que verdaderamente importa: la salud y el bienestar integral.

La sociedad moderna, con su ritmo acelerado y sus cambios socioculturales, nos ha llevado a adoptar hábitos que, lejos de mejorar nuestra vida, la deterioran. Consumimos alimentos ultraprocesados que generan inflamación en nuestro cuerpo, y realizamos escasa actividad física diaria, contribuyendo a un estado inflamatorio crónico que acelera el deterioro de nuestra salud. Este estilo de vida nos desvía de lo que debería ser nuestro enfoque principal: el cuidado de nuestro cuerpo y mente.

En contraste, podemos observar a personas mayores que, aunque no encajan en los cánones estéticos actuales, se mantienen saludables gracias a una vida equilibrada, caracterizada por una alimentación consciente y una rutina de ejercicio regular. Estas personas nos enseñan que la verdadera belleza radica en la salud y el bienestar, no en la adherencia a estándares superficiales.

En la naturaleza, el crecimiento, el desarrollo y la muerte son procesos inevitables, pero también son esenciales para mantener la armonía en el ecosistema. De manera similar, el desarrollo humano requiere modelos a seguir y cuidadores que nos guíen hacia un crecimiento saludable. Como dice Aristóteles, «La excelencia no es un acto, sino un hábito». Este hábito de cuidar nuestro cuerpo y mente no solo nos hace más fuertes y saludables, sino que también nos conecta con la verdadera esencia de la belleza: el equilibrio y la armonía.

Cada organismo en el ecosistema, incluidos los seres humanos, es un transmisor de energía o enfermedad. En nuestra búsqueda de confort y seguridad a través del desarrollo tecnológico, hemos perdido habilidades esenciales como la fuerza física y la paz interior. Esto nos ha llevado a un estado de desequilibrio, desconectándonos de lo que significa estar verdaderamente saludables. Hemos olvidado que lo equilibrado y saludable es, en esencia, lo que verdaderamente es hermoso.

Por ejemplo, un árbol es valorado no solo por su capacidad de dar frutos o embellecer un jardín, sino por su vitalidad y su equilibrio con el entorno. Del mismo modo, en el ser humano, la fortaleza física es una característica esencial que nos permite enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia. Esta fortaleza, acompañada de una mente lúcida, nos capacita para resolver problemas y sobrevivir en una sociedad compleja y en constante cambio.

Una mente lúcida se ve reforzada por una alimentación completa, rica en proteínas, carbohidratos integrales, frutas y verduras. Esta lucidez mental no solo nos ayuda a tomar decisiones más saludables, sino que también nos permite vivir de manera más plena y consciente.

Como conclusión, debemos reflexionar sobre lo que realmente valoramos en nosotros mismos y en los demás. La verdadera autoestima no se basa en cómo nos vemos según los estándares estéticos de la sociedad, sino en cómo cuidamos nuestro cuerpo, mente y espíritu. El equilibrio, la salud y la armonía son la clave para una vida plena, y es ahí donde reside la verdadera belleza.

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